La OCU pone el grito en el cielo por el etiquetado de esta conocida marca de congelados
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Vivimos una época «foodie» en la que podemos encontrar en todos los supermercados, opciones que resultan de lo más variadas y más especialmente cuando se trata de elegir alimentos que sean aptos para dietas veganas. De hecho, la ola verde de consumir alimentos basados en plantas aumenta entre los consumidores, ya que no es solo una cuestión de evitar comer animales o de cuidar el planeta, sino también de encontrar alternativas que sean sanas para nuestro cuerpo.
En este sentido, los supermercados cuentan como decimos con infinidad de productos: desde bebidas de soja hasta «pescados» que no han visto el mar pero que saben como si fueran realmente pescado. Estos «inventazos» buscan mimar al paladar de quien prefiere vivir sin productos de origen animal, prometiéndonos un festín de sabores sin tener que echar mano del reino animal. Pero claro, no todo es color de rosa en el mundo «veggie», especialmente cuando toca descifrar lo que realmente estamos llevando a nuestra mesa, gracias a esos etiquetados y anuncios que a veces parecen jeroglíficos modernos y que la OCU ha querido desvelar, poniendo además el grito en el cielo por el etiquetado de una conocida marca de congelados.
La queja de la OCU por el etiquetado en una marca de congelados
Ante la amplia variedad de productos de alimentación que podemos encontrar en los supermercados, ya hace algún tiempo que la legislación y la jurisprudencia europea han buscado poner coto a prácticas que pueden llevar al consumidor a confusión. Un hito en este esfuerzo fue la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 2017, que restringió el uso de denominaciones asociadas tradicionalmente a productos lácteos para aquellos elaborados a partir de fuentes vegetales. Es por ello que nunca verás como una bebida de soja, lleva la etiqueta «leche» aunque todavía muchas personas se refieran a estas bebidas como «leches vegetales» cuando en realidad no lo son. Sin embargo, y a pesar de estas regulaciones, las estrategias de marketing continúan explorando los límites de la legalidad, generando un campo de batalla en torno a la claridad y honestidad en el etiquetado de los productos.
Una normativa necesaria pero insuficientemente aplicada
La normativa europea, específicamente el Reglamento 1169/2011, establece directrices claras sobre la información que debe constar en el etiquetado de los alimentos. El principio rector es la transparencia y la precisión para evitar cualquier tipo de confusión respecto a la naturaleza, calidad y composición del producto. No obstante, la creatividad de las estrategias de marketing a menudo desafía estas directrices, llevando a los consumidores a un laberinto de interpretaciones o que acabemos confundidos ante lo que estamos comprando pensando que es una cosa cuando en realidad no lo es. Es el caso de las leches vegetales antes mencionadas o del pescado que podemos encontrar en un popular supermercado y que ha sido motivo de análisis por parte de la OCU.
La línea difusa entre la imitación y el engaño
La práctica de «disfrazar» productos vegetales no es nueva. El mercado está repleto de ejemplos donde la presentación visual, el nombre o incluso el empaquetado intentan imitar a productos de origen animal. Desde «delicias veganas estilo gambas» hasta «atún vegetal», las marcas utilizan una variedad de técnicas para atraer a los consumidores. Sin embargo, estas prácticas rozan los límites de la ética cuando el intento de imitación se convierte en un potencial engaño.
La polémica de «Current Tuna» de La Sirena
Como ya hemos avanzado, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha puesto su atención en un producto específico que ilustra perfectamente esta problemática: el «Current Tuna» vendido por la cadena de tiendas de congelados La Sirena. Este producto, a pesar de ser 100% vegetal, presenta un etiquetado que podría inducir a error, al destacar la frase «Lomo de Atún Rojo Congelado» con un diseño visualmente llamativo, pudiendo confundir a los consumidores respecto a su verdadera naturaleza. Lo podéis ver en la imagen a continuación que publica la OCU en su página web.
La exigencia de claridad y honestidad
Ante esta situación, la OCU ha tomado medidas legales, y ha denunciado a La Sirena ante la Agencia Catalana de Consumo por etiquetado engañoso según el Reglamento europeo 1169/2011 y la Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios de 2007, apelando a las autoridades competentes para exigir un etiquetado que respete las normativas vigentes y, sobre todo, la inteligencia del consumidor. La demanda va más allá del caso específico, buscando establecer un precedente que garantice una mayor transparencia en el futuro.
De este modo, la controversia subraya una demanda fundamental de los consumidores: conocer con precisión lo que están comprando y consumiendo. La llamada es clara: es imprescindible una regulación que evite el uso de denominaciones, imágenes o presentaciones que puedan inducir a confusión. Solo así se podrá asegurar una elección informada, libre de engaños y malentendidos. En última instancia, lo que está en juego es la confianza entre consumidores y productores, un pilar esencial en el mercado de alimentos.
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